En 1879, León Tolstói tenía todo lo que un hombre puede desear: fama, riqueza, familia, gloria literaria; y sin embargo, cada día pensaba en el suicidio. No por tristeza, sino por lucidez: porque su razón le había demostrado que la vida carecía de sentido. Confesión es el relato de esa caída y del descubrimiento que lo salvó. Tolstói exploró todas las salidas: la ciencia, la filosofía, la religión. Ninguna bastó. Hasta que comprendió que millones de campesinos, sin títulos ni teorías, vivían sin desesperación porque poseían algo que él había perdido: una fe vivida, una orientación interior hacia lo infinito, no una doctrina. De esa revelación nació una nueva visión del mundo: una fe razonable, sin dogmas ni supersticiones, capaz de sostener la vida sin traicionar la razón. Este libro no enseña qué creer, solo muestra cómo mirar sin miedo cuando todo se derrumba. Porque la fe, escribió Tolstói, no es una respuesta: es la dirección en la que uno mira cuando el abismo se abre ante los ojos.